-Introducción a la
violencia como costumbre del olvido-
Primero la
realidad, después las palabras.
La necesidad se va conformando junto con la
realidad y de ahí salen las ideas. La luz se pone en un problemática para que
sea visible, en algo que ya existía. Se llega a esa práctica como algo
sistemático, de mucho tiempo de silencio, donde la aceptación social y también
popular brindaba apoyo sin dejar antecedentes ni reproches.
Se construye mediante las voces calladas,
amordazadas, por mucho tiempo por los poderosos, por los manipuladores de la
vida ajena.
Podremos decir que todo se mercantiliza, que
todo se convierte en un negocio, pero lo deciden aquellos que inducen a
hacerlo, que utilizan a la mano de obra como instrumento.
La práctica como costumbre de lo establecido
debilita las mentes y cierra los ojos con palabras ajenas, de esa forma hay
quienes miran por los demás, hay quienes son intermediarios entre la “realidad”
y la realidad.
Para conocer la historia, hay que conocer la
verdad. Entender que lo paso no es algo individual, es algo colectivo. Es ver más allá de la fantasía del núcleo
familiar, es concebir que sea la historia de una época, es entender que nuestro
relato es producto y resultado de esas sociedades tan dispares, pero tan
lineales en pensamiento.
Recurriremos a la memoria para interpretar el
presente mediante el recuerdo no espontaneo de un pasado que fue forjando
intensamente la naturalidad de los hechos con emotiva y violenta mentira
La violencia no evoluciona, no se transfiere
de forma mágica, es un carácter psíquico que funciona de manera colectiva pero
desde una perspectiva individual, quitándole al sujeto el reconocimiento entre
lo individual y lo colectivo. Se identifica con el otro, incondicionalmente,
con el que la tortura no le extirpa alguna palabra.
Esta conquista de la cultura y lo social no
pretendió dejar rastros en los
individuos, su principal objetivo fue borrar todo ese pasado. Fue que se
entienda la lucha obrera sin puntos en contacto a lo largo del siglo XX.
Rompo lo establecido para imponer una
conducta: la civilización blanca y callada. Utilizo esa mentira para truncar el
presente. Debilito todo a mí alrededor, pongo a mi merced las palabras de
elogio.
Esta es una construcción, una red que
encierra falsos enunciados, secretos, prohibiciones consientes que circulan y
se trasmiten a las próximas generaciones: disimular el pasado, entregarlo al
olvido.
Si hay recuerdos que sean clandestinos, que
lo oculten los miserables. El camuflaje, ignorante disfraz, inquietante punto
de vista del apropiador de libertades.
El origen, la familia, la historia, el que
busca es encontrado, silenciado, escases de respuestas, incontables preguntas.
Dejar de ser nosotros mismos, influenciarnos
por ellos para cambiar la realidad, para forjarnos un futuro a raíz de un
presente lleno de dolores.
Se está sujeto para dejar de serlo. Sin
descendencia, sin lugar, sin historia, sin libertad aunque sea libre, sin
antecesores pero ya con antecedentes, con sirviente materialidad, con la
inmaterialidad del más allá.
La despersonalización del Yo para para cortar
con la sangre revolucionaria, sangre roja llena de reclamos, dignidad rebelde,
la pertenencia dentro de un modelo colectivo que no solo se manifiesta en lo
teórico, se lleva a la práctica con visión de futuro evolucionario
EL MENDIGO…